Por José Gilberto Valdés
Aquel 27 de marzo de 1976, se retiraban los últimos soldados
de las fuerzas armadas y equipos bélicos sudafricanos que desde mediados de
octubre habían invadido 700 kilómetros en la profundidad del territorio angoleño,
con la esperanza de detener la independencia de la más extensa y rica de las colonias portuguesas.
Para
esa fecha, también habían sido desmantelados los objetivos similares de la
UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola) --respaldadas por decenas de millones de dólares
provenientes de los Estados Unidos (Presidente Gerald Ford)-- en una “guerra
civil” para impedir que asumiera el poder el MPLA (Movimiento Popular de Liberación de
Angola), de probadas raíces independentistas, democráticas y humanistas.